19 de mayo de 2011

Cerrando un ciclo



La imagen es del altar de la Capilla de las Religiosas Siervas de Jesús de la Caridad. Aquí nació una historia, aquí nació un amor. Al frente de este Sagrario se han vivido muchas cosas. Mi buena memoria trae a mi mente momentos y mas momentos, y ayer mientras se celebraba la Consagración del Altar, mi alma se removía enormemente. ¿Por donde empezar? Un 31 de mayo, si mi memoria no falla, por primera vez visite este hogar. Me recibió una hermanita joven, con delantal celeste, con una amplia sonrisa. Me llevo a la capilla a saludar al dueño de casa. Ahí estaba El. Silencioso, acompañado solo de una luz roja, que indicaba que estaba presente y vivo para mi, y para quien fuera a visitarlo. En seguida conversamos con la hermana, y mi corazón estaba feliz. Pero creo mas feliz estuvo y hasta el borde de las lágrimas, cuando pasamos al comedor de las abuelitas. Justo iban a almorzar, y una de ellas, hace la oración para bendecir el alimento. Pide la bendición y rezamos el padre nuestro. Que hermosa escena! Nunca olvidare a la Inesita, una abuelita muy dama y muy fervorosa. Que hermoso ese día. Debo decir que fue el primero de tantos, ya que después era panorama seguro después de clases pasar a ver a mis abuelitas. Las visitaba mínimo dos o tres veces a la semana. También entre que las ayudaba a comer y luego a arreglarlas, las hermanas me invitaban a la oración. 3o minutos sagrados con mi Jesús, aquí mismo, frente a ese mismo Sagrario. Pasado el 2006, que fue cuando las conocí, hice una experiencia con ellas. El 1° de abril de 2007, día domingo de Ramos, me fui a vivir con las Siervas, para conocerlas mejor y discernir si era ahí donde El quería que me entregara totalmente.
Estuve tres meses en esta casa, tres meses donde en el momento que quisiese podía ir a este Sagrario a encontrarme con Jesús, hasta ese tiempo no comprendía tan bien que pasaba entre El y yo, para mi solo existía un sentimiento, lo amaba. No fue del todo fácil, hubieron momentos que el corazón se sentía partido en dos, pero iba donde El, y El me daba su consuelo, su amor. Nacieron tantos sueños allí con El, tantas ilusiones... en fin, al termino de la experiencia, que en total fueron 4 meses, tres en Concepción y uno en Chillan, pedí mi ingreso, el cual fue aceptado.
Tuve que decir adiós al que en ese momento ya era mi segundo hogar. Decirle adiós a Jesús en ese Sagrario para decirle hola, en otro Sagrario que no era nada diferente aparte de su apariencia. El es el mismo, el no cambia, El permanece, que alegría que sea así.
Al año tres meses y algo mas volví, y adivinen... El estaba aquí, tal cual. Hemos vivido otro proceso, pero El siempre en mi corazón. El siempre dándome Amor. Hay mucho mas que contar, pero esto ya se termina, pronto no habrán mas letras, pronto esto quedara solo como un recuerdo. Pero aquí queda plasmado en muy pobres letras, el paso de Dios en mi vida a través de las Siervas de Jesús.
Se cierra una etapa, para iniciar otra, y el cierre debo decirlo, fue MA-RA-VI-LLO-SO!!! Nada que decir, cada hermana una hija valiosa de Dios, cada abuelita y abuelito, Cristo mismo. Cada chica que trabajo y que trabaja en el hogar una luz para estos Cristos un poquito olvidados a veces por su familia y la sociedad. Mucho mas... pero solo me resta alabar y bendecir a Dios, por darme este regalo tan precioso de ser parte al menos por un tiempo de este Instituto de las Siervas de Jesús de la Caridad. Que mi siempre Madre Santa Maria Josefa me cuide e interceda ante Jesús por mi.

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