6 de abril de 2011

Inevitable


Así como es inevitable que una flor reciba el rocio de una fría mañana y quede empapada de gotas, así de inevitable es que en la fecha de aniversario de fallecimiento de un ser amado uno no le recuerde.
Hablo de mi amiga Ingrid, una vez ya hable largo y extendido de ella. Mas hoy solo decir unas palabritas de recuerdo y afecto.
Ella era como esta flor, delicada, tanto así, que enfermó y su enfermedad la llevo a la muerte de la vida terrena, pero la llevo también a la meta, a la vida eterna. Que misterio y que maravilla. Tan incomprensible, un dolor tan grande pero que en el fondo conlleva una alegría.
Estuve en el cementerio visitándola y cada vez es lo mismo. Voy muy entera, pero al llegar allá, las emociones se mezclan y el llanto nace como agua del río.
Me encontré en esta ocasión con su mamá, tía y hermano. A ellos les sorprendía que en este cuarto año de aniversario yo aun la visitara. Les llamaba la atención la fidelidad en una amistad que podría verse terminada después de la muerte. Ahí nos pusimos a conversar y a llorar. Su tía me contaba de cuando encontró una tarjeta que le dejé para su cumpleaños, que lloro un montón cuando la leyó. Pero ¿como no visitarla?, fue mi amiga años, y ahora yo le sigo hablando, contando mis cosas, y se que donde se encuentra ahí esta iluminando mis pasos, con su fortaleza y alegría que nunca perdió aun en lo duro y difícil que fue el tiempo que tuvo cáncer.
Bueno la vida continua, y veo que detrás de los anhelos de mi amiga, Dios ha bendecido a su familia. Mas de alguna vez lo comente, mi amiga soñaba estudiar una carrera, una de sus opciones favoritas era medicina. Así podría ayudar también a su familia, una familia muy sencilla y humilde. Si bien mi amiga no está, desde el cielo los ha proveído de trabajo y bienes. Ahora su mamita se compro un auto, ¿quien lo pensaría?. Que alegría por ellos. Mi alma se goza de saber que aun con dolor, se encuentran mucho mejor, cada año superando mas lo duro de la partida de una hermosa hija, hermana y sobrina. Esperando desde el cielo ella nos siga acompañando y dándonos fortaleza para seguir con el vacío que dejo en nuestras vidas al partir, cierro esta entrada, recordando los mas bellos recuerdos que tengo de ella. De cuando eramos unas nenitas de 8 y 9 años y jugábamos felices entre arboles y tierra. Dios la tenga en su Reino, gozando de los bienes celestiales del Padre.

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